Reseña de Los peligros de fumar en la cama

En el año 2010, en el marco del Filba (el Festival Internacional de Literatura en Buenos Aires) John Connolly fue invitado a dar una charla. Como en casa lo leemos bastante, allí fuimos, con nuestras ganas de verlo y nuestros libritos listos para ser autografiados. 
Como Connolly de castellano no entiende ni papa, nos dieron unos auriculares para poder escuchar una traducción en vivo. La chica que le hacía la entrevista, en cambio, sí sabía inglés, y llevó la conversación de manera muy fluída. Yo no tenía idea de quién era, pero con el tiempo supe que ese había sido mi primer encuentro con Mariana Enríquez, una escritora y periodista argentina. Tengo dos libros suyos que no leí: Bajar es lo peor y Alguien camina sobre tu tumba: Mis viajes a cementerios. Fue recién con Los peligros de fumar en la cama que me conquistó.



Habíamos rastreado ese libro varias veces, siempre infructuosamente ("Lo siento, está agotado, gracias, vuelva prontosss") hasta que lo vimos en Eterna Cadencia. No estaba demasiado caro para lo que son los estándares de hoy en día ($140, si no me equivoco) pero ya nos habíamos patinado toda la plata en otros libros, así que lo dejamos pasar. Muy poco tiempo después, en Dickens (¡Dios bendiga las librerías de saldos!) nos lo encontramos a $40, y ahí sí, lo compramos.

En esa época yo me estaba preparando para dar un final odioso (no lo sabía en ese momento, pero me iban a bochar por segunda vez), y me quedaba toda la noche estudiando en la cocina. Obviamente debía evitar cualquier tipo de distracción, así que me había prohibido a mí misma leer el libro para no perder mi valioso tiempo de estudio. Pero la tentación era demasiado grande. "Bueno,  un cuento solo y sigo estudiando" me dije. Y leí El desentierro de Angelita. No estaba mal, pero tampoco me conquistó. Entonces leí el segundo, La virgen de la tosquera. Ahí fue amor a primera vista. "Un cuento más" dije, y ya sabía que estaba mintiendo.


Me leí todo el libro esa misma noche, de una sentada. Mis preferidos son La virgen de la tosquera, Carne y Ni cumpleaños ni bautismos, que no sólo me parecen excelentes cuentos, sino que también son perfectos para adaptar en formato corto o mediometraje. El que menos me gustó fue el que le da título al libro, que me pareció medio...meh.

En su conjunto, el libro me dio miedo. Mucho. La casa en silencio, oscura, yo ahí, solita mi alma en la cocina, leyendo esos cuentos horribles. Por primera vez en mi vida adulta me fui a dormir con la tele prendida porque tenía miedo de estar a oscuras y en silencio, sin algo de luz para espantar a las cosas malas que salen de noche.



Los cuentos de Enríquez son cortos, precisos, bien construidos, accesibles y de efecto inmediato. Si tuviera que criticar algo, diría que en más de una ocasión le escamotea la resolución al lector. Esto es una opinión personal -por supuesto- y como no me entusiasman demasiado los finales abiertos, rezongué un par de veces durante la lectura. Eso sí, hace poco me enteré que Chicos que faltan, uno de estos cuentos que no terminan de cerrarme, ha devenido en la nouvelle Chicos que vuelven. Ya lo tengo anotado en mi lista de libros para comprar.

En síntesis: le doy cinco Alicitas.




Aguante el terror, viejah.

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